La narración de historias bíblicas


¿Quiere que sus alumnos sean cautivados por la narración de las historias bíblicas? Narre con vida, con entusiasmo. Se puede tener habilidad innata para narrar pero también se puede aprender.

Comience tratando de lograr claridad en tres aspectos:
1. En las ideas
2. En las palabras
3. En la dicción


1. Para trabajar con las IDEAS, ponga “a punto” su narración:

- Varios días antes del momento en que debe narrar cada historia bíblica léala en su Biblia; use más de una versión incluyendo la Popular.

- Lea también la historia tal como aparece en la revista para los maestros y en los cuadernillos de los alumnos.

- Elabore un plan o bosquejo, un ayuda-memoria, un esquema del contenido del relato. Anote:
* Los personajes principales y los secundarios.
* Las acciones que resumen los acontecimientos.

- Familiarícese bien con este bosquejo que elaboró, del que lógicamente se separará cuando llegue el momento de narrar.

- Internalice la historia: si no ha oído, ni visto, ni olfateado, ni saboreado, ni palpado las diferentes secuelas del relato, si no vivió las escenas no podrá transmitirlas con vida para los oyentes.

- La historia que narrará debe llegar a ser tan real para usted como si la hubiera vivido.

2. Escoja las PALABRAS con cuidado, que sean las adecuadas para expresar las ideas que quiere comunicar.

- El léxico y el vocabulario deben estar ajustados al tema y ¡muy importante!, al nivel de comprensión de sus chicos.

- Si en el relato hay palabras que considera que son nuevas para los alumnos de su clase, no las excluya a todas: calcule bien cuáles puede incluir en su narración. No detenga el ritmo de la narración para explicar el significado; aclárelo por medio de una sencilla acotación o comparación. Por ejemplo, si dice que “el muchacho quería alimentarse con las algarrobas que comían los cerdos”, después de la palabra “algarroba” agregue algo así: “que son como grandes chauchas”.

3. Para trabajar con la DICCIÓN, pronuncie con toda claridad las palabras que utiliza al narrar.

- Mejoran mucho la dicción algunos sencillos ejercicios de vocalización, de silabeo.

- Ensaye a solas la narración; grábela y hágase las críticas necesarias.

- Las palabras que claramente pronunciadas llegan a los oídos de los chicos pueden desencadenar en cada uno toda una serie de imágenes que le ayudarán a vivir la historia, a escuchar mirándose hacia adentro.

Otros aspectos para tener en cuenta:

4. Usted tiene en la VOZ un recurso irreemplazable que, junto con los GESTOS (movimientos del rostro) y con los ADEMANES (movimiento de diversas partes del cuerpo), constituye el triple soporte de la narración.

5. Con los variados MATICES de su voz usted puede hacer que sus chicos disfruten escuchando las excitantes aventuras y tiernas escenas bíblicas. Dé sentido a lo que dice. Acentúe lo que tiene más interés en resaltar. En su ayuda-memoria subraye las palabras, frases y/u oraciones en las que desea poner más ÉNFASIS.

6. Cuide el RITMO de la narración. Hay momentos en se debe acelerar un poco más o mucho más, hasta alcanzar la cúspide de la emoción. Los contrastes en el ritmo, lo mismo que los contrastes en la entonación de las palabras, tienen notable importancia para dar expresividad y sentido al relato. Distribuidas adecuadamente, las PAUSAS evitan la monotonía, que proviene de una narración sin entonación, sin ritmo. Mayor expresividad se logra si se gradúan con pequeños matices diferenciales la intensidad y el volumen de la voz, aplicando recursos tales como bajar mucho y de golpe el volumen de la voz y levantarla bastante llegando, en los casos que el relato lo demande, a gritar.


Una modalidad de la pausa es el SILENCIO, que es una pausa muy larga. Es un hábito muy difícil de adquirir, que requiere mucho dominio de la situación, de los oyentes y de uno mismo. Se hacen los silencios sin dejar de mirar a los oyentes. El silencio no se introduce donde de pronto a uno se le antoja. El silencio debe ser justificado. Puede ir después de una pregunta: por ejemplo en el relato de David y Goliat se introduce un silencio después que éste pregunta burlonamente: “¿Acaso soy un perro para que vengas a atacarme con palos?
También tiene mucho efecto el silencio introducido antes de una oración especialmente importante. Por ejemplo: “Jesús miró hacia arriba, vio a Zaqueo trepad encima del arbol y le dijo: (silencio) ‘Zaqueo, baja enseguida’…”

Con la práctica usted se irá capacitando cada vez más y llegará a usar su voz, con sus riquísimos matices, sus gestos y ademanes con total soltura.

Adaptado de Martha Dergarabedian en “La narración de las historias bíblicas”, Formación Docente Niñez 1.

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