¿QUÉ PUEDO HACER PARA QUE MIS ALUMNOS SE PORTEN BIEN?

Este tema preocupa desde hace ya algunos años. El maestro de la escuela bíblica llega a la clase esperando que los alumnos aprendan de Jesús, de su vida, sus acciones y milagros y que en cada encuentro salgan felices y llenos de la palabra de Dios. Pero muchas veces la realidad es otra: cuando el maestro llega a la clase, no existe un clima de cooperación, respeto ni colaboración y ese espacio se convierte en frustración, confusión y culpa tanto para el niño como para el maestro.

El niño de hoy vive expuesto a las críticas y confundido por los dobles mensajes debido a pautas poco claras. Los padres no logran establecer límites sanos que le dejen un mensaje de autoridad y seguridad. La disciplina en muchos hogares deja de ser educación, guía o acompañamiento y pasa a ser una ligera represión, un castigo violento o simplemente gritería y amenazas que nunca se cumplen pero que tienen como objetivo la manipulación para que los chicos hagan lo que quieren los adultos o para meterles miedo.

En primer lugar deberíamos hacernos una sencilla pregunta:

¿QUÉ ES DISCIPLINAR?

Entendemos por disciplina aquella posibilidad que tiene el adulto (significativo) de moldear el carácter del niño, a través de la guía y el instruir desde la educación. El Salmo 16:7 dice: “Bendeciré al Señor que me aconseja; aun en las noches me enseña mi conciencia”.
Alentar una buena conducta y corregir a tiempo un comportamiento que es inaceptable ayuda al niño a desarrollar responsabilidad para tomar decisiones.

El maestro de la clase bíblica que quiera lograr disciplina en su clase debe tener en cuenta algunos principios:

- Entender el desarrollo del niño en general.
- Ser un buen observador frente a las diferentes conductas.
- Fijar limites claros y definidos (esto da seguridad al niño).
- Reconocer las buenas acciones más que las faltas.
- Tratar de evitar el conflicto.
- Evitar exigencias imposibles.
- Escuchar las explicaciones que el niño da frente a una situación antes de llamarle la atención.
- No amenazar al niño.
- No avergonzar al niño frente a sus pares, no ridiculizarlo ni decir palabras irónicas, sino hablar con él a solas.
- Ejercitar el auto control, no discutir con el niño poniéndose a su altura, como otro niño.

En el marco de nuestra clase bíblica existen enfrentamientos a nivel espiritual (Efesios 6: 11-12) y es el enemigo de Dios (el diablo) quien más se agrada de que fracasemos en la enseñanza de la Biblia, nos sintamos mal, perdamos el control sobre los niños y, al terminar el día, nos sentimos frustrados.


No pierda de vista el propósito de poder dejar una palabra de aliento y salvación en el niño, así que esté atento y pida en oración por:
- Sus alumnos y familias.
- Sabiduría para analizar lo que le pasa al niño y entregarlo en las manos de Dios.
- No perder el control y tener mucha paciencia.

Es de gran importancia estar emocionalmente estable, sin cambiar las reglas de disciplinas establecidas en la clase según su estado de ánimo y perseverar sabiendo que van a venir pruebas.

“… El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” Filipenses 1:6

Pra. Sandra Granero de Milován.

No hay comentarios:

Publicar un comentario